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9 razones por las que no planeamos


¿En alguna ocasión has empezado a tomar acciones para lograr una meta o un sueño sin tener un plan en mente o en papel? Si lo has hecho, ¿pudiste obtener resultados medibles? ¿Te sentiste perdido o confundido en algún momento? Te preguntaste a ti mismo, ¿“debí haber pensado en eso” o “desearía haber planeado esto con calma”?


Muchos de nosotros tomamos acciones sin la planeación adecuada.


“Al dejar de prepararnos, nos preparamos para fallar.”

Benjamín Franklin


Muchos fallan por no tomarse el tiempo necesario para pensar a futuro y planear para el éxito. Sin un plan, no tenemos una ruta a seguir con las alternativas necesarias para movernos del punto en el que estamos, al que queremos llegar.


La planeación es un aspecto clave para el logro de objetivos. Al planear actuamos proactivamente y visualizamos situaciones, obstáculos y riesgos que se pueden presentar más adelante. Esto nos permite definir acciones para enfrentar dichas situaciones con confianza y oportunamente.


Sin embargo y a pesar de los beneficios de la planeación, a muchos de nosotros no nos gusta planear, ni en nuestra vida cotidiana o profesional. Esperamos hasta el último momento para hacerlo o actuamos sólo reaccionando a las circunstancias del momento.


Nuestra falta de interés para planear está enraizada en nuestra cultura


Las siguientes 9 razones tratan de explicar el por qué evitamos dedicar el tiempo necesario a la planeación.


1. Somos reactivos en lugar de proactivos

Ser reactivo, significa que no planeamos para ejecutar acciones y lograr nuestros objetivos hasta que se nos solicita o es verdaderamente urgente. Nuestra respuesta normalmente no es oportuna y con frecuencia no es la más adecuada.


Si no cambiamos a una mentalidad proactiva, nuestro interés por planear continuará siendo insuficiente.


2. Somos desorganizados

Nos puede gustar la idea de ser organizados o inclusive esperar que otros lo sean por nosotros pero en el fondo no creemos en los beneficios de la planeación. En efecto, al no planear, las cosas empezarán a fallar y reaccionaremos de una manera más desorganizada aún. Esto continuará sucediendo así hasta que tomemos conciencia de ello.


Las personas que planean a futuro normalmente son muy organizadas.


3. No somos disciplinados

Cuando somos indisciplinados tendemos a no seguir pasos o instrucciones ordenadamente. Razón por la cual no nos gusta planear anticipadamente. Llegamos a la conclusión de que al planear no podemos hacer las cosas como quisiéramos. Se nos olvida que hacer lo que queremos no es necesariamente lo que debemos hacer. Sin un plan y sin disciplina para ejecutarlo, será muy difícil llegar al destino que nos hemos propuesto.


Las personas disciplinadas le dan orden a su vida personal y profesional.


4. Aplazamos nuestras decisiones

Algunas personas son buenas haciendo planes pero aplazan el implementarlos. Otras, retrasan construir un plan porque piensan que es demasiado temprano, no están listos o peor aún, no saben cómo hacerlo. Mientras más aplacemos la decisión de planear, nunca abandonaremos la mala costumbre de evadirla.


Hay que saber cuándo tomar al toro por los cuernos.



5. No somos pacientes

Otra razón por la que no planeamos es porque no damos el tiempo necesario para aterrizar los planes. La planeación requiere de tiempo y esfuerzo de las personas que la llevan a cabo. Si lo que queremos es empezar la etapa de ejecución inmediatamente, nunca daremos el tiempo necesario a la etapa de planeación. Esta actitud resultará en planes incompletos, baja productividad y pérdidas.


Evita estas consecuencias dándole a la planeación el tiempo razonable para realizarla.


6. Pensamos que planear es una pérdida de tiempo

Normalmente no hacemos algo si no creemos en ello. Si pensamos que los planes no sirven y hacerlos es una pérdida de tiempo, no hay mucho que hacer. Esta postura es posiblemente la más difícil de cambiar.


La planeación es una disciplina, una forma de trabajo, es una necesidad que debe estar arraigada en nuestra cultura y en la de la organización a la que pertenecemos.


7. Es difícil y no sabemos cómo planear efectivamente

La planeación representa un reto. Requiere de conocimiento, experiencia y mejores prácticas. También requiere de contar con y saber utilizar las herramientas adecuadas para hacerlo. Hay que invertir recursos tangibles e intangibles en ella. Por lo tanto, no saber cómo planear resulta en un bajo interés para hacerlo.


La buena noticia, como todo en la vida, nos volvemos mejores mientras más lo hacemos.


8. Sabemos que la planeación estará desactualizada en el momento que la terminemos

Triste realidad, debemos aceptar que los planes están hechos para ser actualizados constantemente. Acaso la vida no es así, esto no indica que la planeación sea inutil. No podemos ir a ciegas para lograr los objetivos que nos hemos propuesto.


La planeación es una actividad esencial y cíclica aunque no se mantenga vigente por mucho tiempo.


“Los planes son nada; la planeación lo es todo”

Dwight D. Eisenhower


9. Crea compromiso — complicado, ¿no es así?

La planeación nos compromete, genera expectativas, nos hace responsables de cumplirla. La consecuencia, o no la hacemos o nos protegemos con tiempos más largos de los necesarios. Esto resulta en planes imprecisos y poco útiles.


No hay nada más satisfactorio que hacer un plan que nos lleve a la meta deseada.



Los planes llevan tiempo, requieren disciplina y exigen mucho trabajo, quizá parezca complicado en un principio, pero si mantenemos en forma estos tres elementos, el plan dará frutos y todo el esfuerzo habrá valido la pena.


Tener claro el objetivo es indispensable, enfrentar los obstáculos es obligatorio y darse por vencido no es opción. Quizá no sea fácil llegar al resultado, pero tampoco imposible.


“La disciplina es un puente entre las metas y los logros”.

Jim Rohn


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